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Cuando habla, cada palabra tiene la precisión de un maestro de esgrima. Sus frases son directas, firmes, al grano. Para Beatriz López del Moral, estudiante de Historia del Arte, el sofcombat no es propiamente una filosofía, pero sí "un estilo". En el juego, los puntos no están marcados. Tú mismo dices que te han dado el golpe cuando tú lo sientes. "Puedes mentir, o puedes asumir que has perdido y que te han dado".

 

A sus 22 años, cada viernes por la tarde, llueva, truene o se caiga el cielo a pedazos, Beatriz acude al Parque de Tierno Galván, cerca del Planetario de Madrid. Allí practica sofcombat con sus amigos de la asociación "Softcombat Arena", casi "una familia para ella". Sus espadas, armaduras y escudos llaman la atención de todos los que pasan por allí. Al principio la reacción es de cautela y recelo.

 

Si son familias, los niños, que todavía no conocen los prejuicios, se acercan con mirada asombrada. Se les deja una espada y en empiezan a jugar entre ellos. Los padres, si al principio veían el combate desde la barrera, acaban pidiendo una de armas acolchadas y entablan singular combate con sus hijos.

Tampoco han podido pasar desapercibidos ante la policía: "Al principio, vinieron para preguntar. Les enseñamos las espadas (acolchadas) y vieron que éramos sanos. Sólo estábamos jugando. No observaron nada peligroso y no nos llamaron la atención".

 

Siendo la única chica, Beatriz llegó a ser tercera en un torneo nacional. Y en un evento (encuentros que otorgan menor puntuación en el ránking) primera en la modalidad de mandoble. Es consciente de las pocas mujeres aficionadas al sofcombat. Lo achaca a que quizá "les de vergüenza", debido al estereotipo que asocia jugar con espadas espada a lo masculino. Pero entre sus colegas no hay ningún tipo de discriminación.

 

El futuro del sofcombat parece estar asegurado. Practicarlo no cuesta nada (la asociación te presta las armas) y está en ciernes la creación de la Federación Española de Softcombat, que abriría las puertas a ayudas y al reconocimiento de este deporte como tal. "Antes éramos un grupillo. Ahora estamos creciendo, queremos ir a actividades extraescolares, a campamentos. Nuestro deporte –aunque haya gente que no quiera considerarlo tal- es algo económico con lo que se puede disfrutar", concluye.

Beatriz, la guerrera otaku

Las mujeres piensan que el softcombat es de brutos

Algunos de los miembros de la asociación SolfCombat Arena

Entrevista a Beatriz junto al Planeatario de Madrid

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